Alcaldía gobernada por el PP donará autobuses a la dictadura

NC.- Según el portal Terra Actualidad el Ayuntamiento de Vitoria adquirirá 19 nuevos autocares, donde los 6 primeros se recibirán a principios del año próximo. La nueva adquisición permitirá dar de baja a una veintena de autobuses que serán donadas a «organizaciones no gubernamentales» como las de Cuba, dijo el teniente de Alcalde del Partido Popular (PP), Miguel Ángel Echevarría.

El Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz está gobernado por el alcalde del Partido Popular, Alfonso Alonso Aranegui, un alcalde valiente que ante la pregunta que le hicieron en una entrevista sobre por qué se dedicó a la política respondió: «fundamentalmente me rebelé ante la "fatalidad" de que en nuestra tierra sólo hubiera una posibilidad: la del nacionalismo y éste amedrentado por ETA.».

ETA y la dictadura cubana siempre han mantenido una simbiosis que ha incluido todo tipo de colaboraciones y no sólo de apoyo mediático mutuo. Por eso resulta extraño que una alcaldía gobernada por un alcalde que se ha enfrentado valientemente al terrorismo etarra no esté al tanto de los vínculos existentes entre una terrible tiranía y los máximos responsables de la difícil situación que vive la comunidad vasca.

En Cuba no están permitidas organizaciones no gubernamentales que no sean las creadas por la propia dictadura cubana con vistas a participar en foros internacionales, donde están presentes otras organizaciones independientes, el objetivo es siempre el de aprovechar la mínima oportunidad para efectuar el proselitismo político que le permita esconder la trágica realidad de la isla.

El transporte en Cuba es pésimo, y aunque recibe innumerables donaciones, autobuses y repuestos, gestionadas por otras organizaciones no gubernamentales en otros países, que le tienen simpatía a la dictadura más larga de Latinoamérica, el transporte sólo mejora cuando el dictador necesita transportar a cientos de miles de cubanos desde los centros de trabajo y de estudio, para que le haga quórum multitudinario en la Plaza Cívica, bautizada por el castrismo como Plaza de la Revolución.